martes, 29 de diciembre de 2009

La Nada



El vacío errante de una sombra vagabunda, imperceptible y olvidada. Casi inerte. Invisible ante las miradas enceguecidas, de aquellos que no desean ver. Silenciosa, tocando acordes del mutismo. Solitaria, porque la soledad le fue impuesta. Intangible, como la penumbra que acecha y arremete. Así la describían y juzgaron, por su apariencia, sin conocerla. Para todos, la nada. Para nadie Noara.

Una muchacha de ojos negros, con el alma lacerada por la pena. Sus manos suaves como la brisa que acaricia. De cabello rojo amanecer y de piel tan blanca, casi rozando lo translúcido. De vestidos oscuros y pies desnudos. De atavíos tristes y pasos cansados. Deambulando senderos que la distanciaban de la aldea, en que vivía, a orillas del mar.

La playa la vio nacer y fue depositaria de sus lágrimas, cuando la muerte le arrebató sus padres y niñez. Legándole le primer encuentro con la tristeza, otorgándole su única compañía, la soledad. El tiempo le enseñó a ocultar su dolor, pues las heridas aún surcaban profundas. Era el mar quien bebía su llanto cuando la nostalgia navegaba a la deriva. Era el ocaso quien le ofrendaba la calma, en que la muerte del día, se llevaba por un instante, la nada.

Y cuando el alba despertaba, la encontraba ya vestida, en el cobijo de su humilde morada. Enredada entre pinceles y acuarelas, con los que pintaba anhelos dormidos, sobre pañuelos de seda. Solo los efímeros turistas, en cualquier época de año, eran quienes compraban su arte. Pues era esto, su único sustento.


Fue una tarde de algún día. En que una lluvia intensa anunciaba un temporal, y el mar se tornaba bravío. No tanto como su alma, en el que el sollozo del firmamento, se aunaba con el de los recuerdos. Necesitaba distraerse para que la ausencia no se hiciera presente. Fue hojeando las hojas de alguna revista y en cierto instante, se detuvo el tiempo.

Ahí, sobre un papel arrugado, casi añejo, despertaba a sus ojos la imagen de unos niños. Con miradas vacías, perdidas en el aire de la nada. Reconociendo la soledad que ella misma respiraba. La revista encuadraba un artículo sobre un centro oncológico y de cómo unos niños, padeciendo leucemia, se aferraban a la vida. Hablaba de medicinas nuevas, someterse a radiación y quimioterapia, de esperanzas de vida, mientras que la imagen de unos pequeños susurraba temores y necesidad de esperanza. Una lágrima rodó silenciosa, y ahuyentó la ausencia de la nada. Una lágrima besó su alma, y despertó a Noara. Mientras leía nuevamente el artículo, se deshizo de su soledad. Y comenzó a vestirse con la de esos niños que aún no conocía.

Tomó nota de una dirección que figuraba al pie de la foto. Encendió una vela por cada uno de ellos. Y comenzó a escribir una carta en el sosiego de la noche. Un papel blanco y una letra temblorosa la oyeron presentarse, temerosa de hablar de ella. Escribió de miedos y soledades, se remitió a ellos. Se despidió ansiando conocerlos y anhelando la tristeza fuera desvaneciendo. La firmó como esperanza, pues no era necesario su nombre. Y cuando la lluvia aún se confundía con las lágrimas, fue enviada.

Al cabo de unos días y sorprendiéndola de lleno, tocó a su puerta la respuesta. En un sobre verde estaba escrito su nombre y al dorso un remitente que guardaba en su memoria. Dentro yacían quince sobres, de aquellos que habían leído su carta. Y en agradecimiento le escribieron abriendo su alma y cerrando sus penas. Las leyó una y otra vez hasta que supo todo de ellos. Sus miedos, la desolación de contemplar la caída del cabello, los vómitos y las náuseas, el sabor que encierra cada medicina, la posibilidad que lega un transplante de medula. El aprender el significado del término cáncer. Descubrir los glóbulos blancos y leucocitos. Crecer de golpe, aceptando el destino, conviviendo con la enfermedad. Conservando la fe de un día cercano, encontrarse sanos. Conoció sus sueños y los escribió con acuarelas, sobre pañuelos de seda. Para protegerlos del olvido, y cuando fuera el momento echarlos a volar.

Desde entonces, por los días pintó anhelos dormidos. Y por las noches, encendió quince velas, entregando el alma en palabras. Les narró historias de sirenas y delfines. Contó cuentos de hadas, compartió sus sueños. Escribió todos los días, y jamás se quedó sin respuesta. Los consoló cuando el cansancio los abatía, los contempló pálidos y sin cabellos, empero siempre sonrientes. Les ofreció amor y compañía en su camino incierto. Les otorgó un poco de ella, un trozo de esperanza.


Así se sucedieron los años, y la vida la encontró ya anciana, con el cuerpo doblado de tanto cargar penas. Con sus pasos ya lentos, y sus manos otrora suaves, eran ya ahora temblorosas. El tiempo le hurtó el rojo amanecer de sus cabellos y a cambio se los pintó de blanco. El mismo tiempo ensombreció su vida, legándole la penumbra en su mirada. De las quince velas niñas, algunas extinguieron su flama, y aún con sufrimiento, se encendieron nuevas. Su corazón se fue doblegando por el dolor de la perdida, y respiro halos de alegría por los que transitaban.

Con el alma ya marchita y cansada de marchar, pudo ver en su penumbra el beso de la muerte. Cerró la puerta a la vida y sus pasos cargaron con ella en su último andar. El ocaso la encontró sobre la playa, vestida de blanco por vez primera. La noche la cubrió con su manto de estrellas, y la abrazó ya serena, ya dormida. Las olas se aquietaron y el mar se tronó calmo. De sus entrañas surgió silenciosa la paz eterna. Un cortejo de medusas danzaron a su paso, mientras la bruma le marcaba el camino. La mirada apagada de un alma herida, la esperaba desde antaño. La tomó en sus brazos, hundió sus manos en el suelo, y la arena se hizo prado. Acarició su rostro oculto en las arrugas. Engarzó en oro y plata una lágrima para que no fuera olvidada. La luna reflejó su piel translúcida, y encendió el brillo de luz que moraba en su alma. Aire, tierra, agua y fuego, le otorgaron el cristal donde depositaron su flama. Para que los delfines la sepultaran al final de las aguas, en que su luz jamás se extinguiría. La brisa elevó sueños pintados sobre pañuelos de seda, pues era este el momento, en el que iniciaran su vuelo. Silbó triste el canto de la despedida, y se refugió en los caracoles para esconder su lamento. El mar se erigió hasta los cielos y avanzó en la noche, arrojándose suave sobre la arena, para llevarse al olvido mismo la nada.

Cuando el remanso de las aguas reflejó el alba, un colibrí emergió de sus entrañas, con una lágrima engarzada en oro y plata, pendiendo de sus alas. Para todos la nada, para algunos la esperanza. Para nadie, Noara. La que ha recibido consuelo.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Carta de noches y errores

Misteriosos susurros arañan mi inquietud por ti, me atraen como sirenas a marineros desorientados, acaban con toda esperanza de mantener el control y devoran mi razón sin precedente alguno.
Como anhelo tus labios masticando mi lengua acida y corroída por el deseo. Intenta no quererme, intentos de una locura que nos hace cada vez mas cuerdos y mas consecuentes.
Tengo tu cuerpo sin ropa que me espera, me acaricia, me ama por una sola noche como ese cometa joven que no sabe cuando volverá. Yo tengo miedo de no saber lo que tú sabes, de mi poca experiencia de enamórame de ti.
En el mundo perdido nos encontramos y nos vaciamos de todo prejuicio cambiando las etapas más fogosas por el roce de una mano dulce como miel fresca.
Patino de pánico cuando mi saliva obscena, toca tu entrañas retorciéndote de placer en mi rostros que te desea cada segundo de existencia, como si ella no tuviera otro sino posible.
No es justo para ti, pero tal vez sea la única vez que nos amemos y luego pasaremos a ser translucidos recuerdos de sonrisas de media noche.
Amistad lo queremos llamar así, pero son dosis de amor lo que nuestros cuerpos buscan como adictos a la cocaína, ya que nuestra piel se desprende, para formar ese sueño que es imposible y nos habla con melancolía por que ya es un recuerdo.
Toma de mi lo que necesites y luego devuélveme rebobinado como me encontraste. Por instantes has sido tú, hasta que te vuelves a ir, después de dormir incómodos como en el paraíso. Y lo seguimos llamando amistad. Embusteros amantes desconsiderados con nosotros mismos, que nos amamos el uno al otro para no ver que no nos queremos a nosotros mismos.
Rotundos martillazos de realidad me hacen ver la vida y tú te vuelves a ir, otro día de amistad, otro día de nauseas por lo que será y por lo que nunca fue.
Deja que te mire con ojos nuevos y vírgenes. Eres una musa, lástima que ya haya pintado todos los cuadros de mi obra pero te dejaré para los últimos días de mi vida, cuando a nadie le interese lo que piensa un viejo moribundo.
Esta carta es para la amistad única, para el amor inmaduro, para los sueños y esperanzas rotos por el tiempo, para nuestros apoyos cuando nos caemos, para miles de besos en bocas jóvenes para sonrisas, para mí mismo y para ti. Gracias por ti.

domingo, 27 de diciembre de 2009

El lobo blanco

Este relato corto ha sido escrito por: José Carlos Carmona Barroso

Rusia es un país lleno de contrastes, con una historia importante y diversa, un país hermoso, pero como todos los países, su pasado tiene sus sombras, y la sombra de Rusia ha sido el comunismo, un sistema que hasta hace muy poco ha estado contaminando occidente, intentando suprimir la libertad de las personas por unas utopías de falsa igualdad social, y lo que es peor, en los países donde este régimen ha estado y esta, no solo ha causado coacciones contra las libertades individuales, si no también contra la propia vida de las personas.

En 1917 se termino con siglos de imperio zarista, la causa de esta situación es la falta de liderazgo y la mala gestión del último zar Nicolás II. Al principio la revolución tenia un fin liberal y democratizador, pero pronto perdería ese matiz para convertirse en el terror rojo que ha perseguido a la humanidad por mas de un siglo, al poco de estallar la revolución, los sectores comunistas y radicales liderados por Lenin y Trostky tomaron el poder del gobierno provisional, y sumieron a Rusia en una guerra civil entre los ejércitos rojos (marxistas) y el ejercito blanco, formado por varios sectores dispares que querían o bien detener esa salvaje revolución o bien reimplantar la monarquía. Este ejército contó con el apoyo del resto de potencias importantes de aquel momento, con monárquicos que querían reimplantar la monarquía zarista, y de liberales, este es el caso de nuestro protagonista, Denis.

Denis partencia a ese sector, el de los liberales, que querían una democracia liberal en Rusia, reimplantar la monarquía zarista, pero con condiciones. Una de ellas era la de traer la democracia y la representación parlamentaria a un país de arcaicas tradiciones. Un hombre que no pertenecía a las clases acomodadas, pero muy bien instruido y formado para la época, lo que le había llevado a realizar siempre trabajos liberales que le hicieron que nunca tuviese una situación precaria. Denis, era un hombre joven, honrado y feliz, alto, moreno, y con los rasgos típicos de un ruso, vivía en las propiedades de un importante aristócrata, el Conde Konstantain, hombre de avanzada edad, con un gran sentido de el honor y de la justicia. Denis era su administrador, pero su relación era más importante que un mero intercambio laboral, ya que ambos tenían una gran amistad. El Conde Konstantain le tenía una gran estima y confianza, tal vez porque veía en el, el hijo que perdió hace tantos años, su mujer la Condesa Olesya, era una mujer muy generosa y piadosa, es de ese tipo de personas que por muchas bofetadas que le den siempre pone la otra mejilla. Muy comprensiva, muchas veces demasiado comprensiva.

El matrimonio tenia dos hijas jóvenes, que se llevaban muy poca edad. Por un lado Polina, que era la mas joven y por lo tanto la mas consentida, aunque era algo malcriada, tenia muy buen corazón, y por otro su hermana mayor, Svetlana. Una muchacha guapa, rubia, con ojos azules, también era dulce y buena como un puñado de azúcar. Era la envidia de todos los bailes de la alta sociedad, todos los jóvenes aristócratas la pretendían y buscaban, pero ella siempre hacia caso omiso de cualquiera de ellos. Sus padres durante mucho tiempo no comprendían el por que su hija rechazaba tan buenos partidos, hombres tan jóvenes, apuestos y ricos. Pero lo que no sabían, era la relación de amor que había entre Svetlana y Denis. Al principio de descubrir esta relación los Condes se pusieron furiosos, el Conde pensaba que Denis se había estado aprovechando de su confianza para intentar engañar a su hija, y estuvo incluso a punto de despedirlo, pero rectificaron pronto, y después del primer impulsó, comprendieron y fueron descubriendo que el amor entre su hija mayor y el administrador era un amor puro, y cambiaron radicalmente de idea, se disculparon con Denis y fecharon la boda. El tiempo pasó, se casaron y al poco tiempo la pareja tuvo un niño. Por cierto, este hecho es de gran relevancia, ya que rompía con todos los esquemas de la alta sociedad rusa de la época, la existencia de matrimonios entre aristócratas y plebeyos eran prácticamente inexistentes.

Pero la coyuntura política fue complicando la situación, se dieron los primeros robos en los campos, y Denis con el apoyo de su suegro negociaba con los campesinos ciertos privilegios siempre y cuando no robasen a su suegro. Con la entrada de un gobierno liberal, Denis pensó que la situación estaba solucionada, pero nada fue como el pensaba, pronto los revolucionarios tomaron las riendas y una guerra civil se disparo. Pero gracias a Dios, la zona donde ellos vivían estaba dominada por el ejercito blanco.

Una mañana, estaba Denis paseando con el Conde Konstantain comentándole unos asuntos sobre finanzas, de repente le interrumpieron el sonido de unos disparos, y al poco tiempo pudieron ver como dos hombres mal heridos venían huyendo, tal era la desesperación de aquellos hombres que saltaron la verja y pudieron llegar hasta donde se encontraban ellos

Dadnos cobijo por favor, dicen que ustedes son buenas personas, no dejen que nos maten

Sois revolucionarios verdad
los dos hombres se quedaron callados
En fin, todos somos hijos de Dios, os asistirán y cuidaran hasta que os curéis

Aquella familia, oculto y cuido a aquellos dos hombres que estaban siendo perseguidos por el ejército blanco, uno de ellos se hacia llamar Stalin de apellido. Cuando se curaron, ambos no podían estar mas agradecidos a la familia de los Condes y prometieron devolverles el favor si alguna vez fuese necesario.

Las luchas continuaron, y el ejército blanco perdía terreno por aquellos lugares. La guerra cada vez la vivían mas de cerca, la sangre cada vez más, se podía oler desde la casa. Tanto fue así que la familia empezó a preocuparse por su seguridad y decidieron partir cuanto antes a la casa de unos familiares que tenían en Austria, pero cuando estaban preparándose para partir, el mal se anticipo a ellos.

Un pequeño regimiento de militares del ejército rojo llegó hasta la casa, el oficial que estaba al mando ordeno derribar la puerta. En ese momento el Conde Konstantain y Denis sabían que tenían que protegerse contra aquellos hombres, pero la servidumbre al ver a los soldados intento huir en vez de esperar las órdenes de los Condes. Persona que los militares encontraban a tiro, persona que mataban, algunos pudieron escaparse, pero otros fueron batidos a distancia como si de la caza del ciervo se tratase. Entonces el Conde Konstantain y Denis pensaron que era mejor dejarlos entrar mientras las mujeres y el niño escapaban por detrás. La técnica podría funcionar, ya que los soldados estarían centrados en ellos dos y cuando quisiesen darse cuanto las mujeres y el niño ya podrían estar a salvo en el destacamento del ejército blanco.

Las mujeres se prepararon en la puerta de atrás, y justo cuando escucharon que los soldados estaban entrando a la casa salieron por detrás y rápidamente cogieron un coche de caballos que había allí.

Los soldados sacaron de la casa al Conde Konstantin y a Denis. El oficial se disponía a leerle a ambos sus cargos, pero cual fue la sorpresa del Conde y de Denis cuando vieron que aquel oficial era el mismo hombre al que ayudaron meses antes, ¿como podía existir persona tan ruin, que pudiese asesinar a quienes lo salvaron?.

El oficial concluyo con que eran enemigos de clase, y estaban condenados a muerte por un tribunal revolucionario. Ambos vieron su final cerca, pero no les asustaba porque sabían que eran honrados y buenas personas, y que esa muerte iba a ser una injusticia. Pero estaban satisfechos de ver que las mujer y el niño se iban a poder salvar, estaban sacrificando su vida por la de las personas que mas amaban.

El oficial se acerco a los dos reos y pregunto
¿En esta familia no había tres mujeres?

Usted sabrá cuantas personas le ayudaron a salvar su vida, pero no podrá recordarlo, de ser así no estaría siendo tan vil de desalmado

El oficial responde al comentario del Conde dándole un fuerte puñetazo. El Conde cae fuertemente el suelo, hay que recordar que es un hombre de avanzada edad, Denis que ve este hecho con impotencia se apresura a socorrer a su suegro y le ayuda a incorporarse.

¿Por qué se ensaña con el?, búsqueme a mi que soy mas joven

No te preocupes, los dos moriréis pronto, como todos los de vuestra clase. Buscad inmediatamente a tres mujeres acomodadas, de aspecto contrarrevolucionario. Una de ellas es más mayor que las otras dos, no pueden estar lejos.

Después de escuchar esa orden, el Conde y Denis se quedaron muy preocupados, ambos deseaban con todas sus fuerzas que fuese demasiado tarde para poder interceptarlas, los minutos pasaban, y cada segundo era una terrible tortura para ellos, sabían que sus mujeres podían haber escapado, pero el miedo de que volviesen con ellas en cualquier momento los sobrecogía, los paralizaba de terror. Pasó la primera hora, y seguían allí de pie con el medio regimiento delante de ellos, pasó media hora más y todo parecía igual, ese tiempo estaba consumiéndolos en la llama de la desesperación. El oficial dio una orden

Soldados, visto que no se ha podido encontrar al resto de la familia, se procederá al fusilamiento de estos dos reos, formen filas

En ese justo momento se formo un pelotón justo delante de aquellos dos inocentes
Apunten

El silencio se podía respirar, esos segundos previos a la muerte eran angustiosos, el final estaba cerca. En ese momento una voz interrumpió la ejecución
Mi sargento traemos nuevas noticias. Traemos con nosotros a las tres mujeres

La noticia venia acompañada de los gritos de aquellas mujeres. Fue entonces cuando los dos hombres sabían el final que les iba a acontecer no solo a ellos si no a quienes más querían, sabían que su final iba a ser trágico, pero no pensaban que iba a ser aun peor. Los dos rápidamente intentaron escaparse de su posición y acercarse al oficial para intentar pedir piedad para sus mujeres, gritaban que ellas, no tenían que ver nada con ellos, que los matasen a ellos pero a ellas y al niño no. El niño por otro lado gritaba y gritaba, las mujeres lloraban de terror y el oficial y aquellos hombres cuanto más terror veían en sus victimas mas felices y satisfechos se les veía, como si se alimentasen del terror de sus victimas, con cada grito con cada gesto de terror ellos se crecían mas, se creían mas superiores. Redujeron a los dos hombres y los amarraron, el oficial dio permiso a los soldados para que violasen a las mujeres mientras los dos hombres, impotentes, tenían que presenciar aquella horrible escena

Soldados, antes de matarlos, vamos a divertirnos, demostradles a estas putas como somos los hombres revolucionarios, pero el primero que se va a llevar a la rubia soy yo, jajá jajá

Los dos hombres intentaban zafarse de sus grilletes y cuerdas, pero era imposible veían con impotencia como las mujeres intentaban huir, pero sin éxito rápidamente fueron reducidas por aquellos sádicos. El niño gritaba y como era incomodo para esos hombres, uno de ellos lo atravesó con un sable, prácticamente aquel niño fue desintegrado. Las tres mujeres gritaban e intentan escaparse mientras eran violadas varias veces por aquellos horribles hombres, los gritos y suplicas de ellas se mezclaban con las carcajadas y burlas de sus agresores. El Conde y Denis insultaban y gritaban a los soldados, la ira y la impotencia de no poder defender a sus mujeres los estaban quemando por dentro como si de fuego se tratase. Denis veía con mucha impotencia como aquellos soldados habían asesinado a su hijo y como aquél horrible hombre estaba violando a su esposa, mil cuchillos ardientes notaba que se le estaban clavando en el corazón. Cuando se cansaron de aquellas tres mujeres las dejaron tiradas en el suelo, las tres se encontraban muy débiles y maltratadas. Cuando el oficial mando soltar a los dos reos para fusilarlos, estos se abalanzaron con violencia hacia aquellos hombres. Uno de ellos atravesó el corazón del Conde con su sable y otro disparo a distancia contra Denis, dándole en el costado. Ambos cayeron en el suelo. Las mujeres ya sin lágrimas y sin fuerzas, gritaban de dolor, no solo físico, que también, si no también moral. Aquellos salvajes levantaron a las ya débiles mujeres. Fuerte y violentamente las empujaron contra una pared de la fachada de aquella casa, se preparo de nuevo el pelotón y esta vez si, un rió de pólvora impacto contra aquellas mujeres, la sangre tiño de rojo la pared y ventanas, un rió de sangre corría por el suelo mientras el ultimo halito de vida abandono a aquellas inocentes. Entre risas y burlas esos hombres celebraran la muerte de 6 almas puras. Con los uniformes y las manos llenas de sangre aquellos hombres se fueron con la alegría de haber matado a 6 enemigos de clase, pero también se fueron con la poca humanidad que les quedaba, humanidad que nunca tuvieron, al pensar que las personas son un mero trozo de carne andante.

Todo había terminado, la sangre y la muerte había inundado el remanso de paz y alegría en el que vivía esa familia, como le paso a tantas otras. Pero no todos murieron, Denis pasado bastante tiempo recobro el conocimiento y malherido y casi sin fuerzas por la sangre perdida vio con horror y desesperación la trágica escena. Todos a los que consideraba su familia yacían muertos, asesinados por esos viles demonios, el dolor le paralizaba, pero en consecuencia la sed de venganza le daba las fuerzas que le faltaban y juro vengar algún día la muerte de su familia.

Como pudo fue arrastrándose por los campos mientras una tormenta de nieve asolaba ese día, andaba y andaba sin encontrar a nadie, la sangre manchaba la nieve y dejaba el rastro de su caminar, exteriormente lo que mas le sangraba era el costado en el cual le habían disparado, pero interiormente lo que mas le estaba sangrando era el corazón y su alma, de ver como sangrienta y violentamente habían matado al amor de su vida, a su hijo y a los que consideraba casi sus padres. Anduvo y anduvo, hasta que el frió y la debilidad pudieron con el. Denis vio su final, prefirió dejarse matar por la nieve y unirse con sus seres queridos, por lo que se quedo inmóvil entre la fría nieve, esperando su ya ansiada muerte.

Historia de un amor imposible

Hoy abundan los prostíbulos de carretera con no menos de veinte chicas de diversas nacionalidades, donde la relación es puramente comercial. El cliente se sitúa en la barra, pide una consumición, y casi de inmediato es abordado por una de las chicas que en cuestión de minutos consigue al menos una invitación, o en caso contrario, cambia el objetivo hacia otro posible cliente. Los clientes que acceden a invitar a una chica, rápidamente se convierten en un nuevo objetivo al que se le reclama “subir a echar un ratito” o “hacer el amor” o como quiera que cada una le quiera llamar de una forma mas o menos directa a una relación sexual.

Hubo un tiempo, en que abundaban los llamados clubs de alterne, los cuales estaban atendidos por unas chicas, generalmente no mas de cuatro o cinco, que no “subían” a hacer el amor, sino que sólo te ofrecían compañía, escuchaban tus penas o alegrías, aguantaban tus bromas, y se dejaban tocar hasta un cierto punto, a cambio de una copa de dos mil de las antiguas pesetas, o un benjamín de tres mil en reservado.

Mi relato se centra en uno de esos clubs de alterne a los que yo frecuentaba en esa época. Tal vez por mi timidez para buscar compañía, o quizás por mi urgencia para encontrarla, el caso es que solía buscar las luces azules, rojas y amarillas para llenar mis noches de soledad.

Era un club pequeño, aislado, en una carretera de segundo orden, cercano a una población de tamaño mediano, en algún lugar de Galicia, donde me encontraba desplazado por motivos de trabajo lejos de mi mujer y mis hijos.
La primera vez que entré, ella me recibió con una sonrisa y una familiaridad que sólo puede ser de un alma gemela y como no podía ser de otra manera, entramos en conversación como si se tratara de dos amigos que no se ven desde hace tiempo. No era excesivamente guapa, aunque tampoco se puede decir que fuera fea. Tenía un cuerpo esbelto, atractivo sin estridencias, lo cual remarcaba con una ropa discreta.

La conversación fue discurriendo fluidamente, sin necesidad de pararse a pensar que es lo que planteo ahora, sino mas bien al contrario, escuchando atentamente lo que ella dice y observando como ella te escucha atentamente, mientras los temas de conversación se suceden y enlazan.

Al principio, yo esperaba la propuesta de invitación, que no llegaba y al poco tiempo, estuve a punto de ser yo quien se la hiciera, pero me contuve para comprobar hasta que punto estaba interesada en la conversación, que había olvidado el motivo real de su presencia en el establecimiento. Como quiera que pasaban los minutos, después de casi una hora, le pregunté directamente que porqué no me pedía una copa y me contestó que estaba tan a gusto conversando, que no quería que una propuesta comercial rompiera el encanto. Por supuesto que la invité y la invité al reservado, donde seguimos conversando sin que yo me atreviese siquiera a tocarle algo que no fuesen las manos, como si de la primera cita de dos enamorados se tratase, de la misma forma que ella no quiso proponerme que la invitase, yo no quise darle la impresión de que sólo me interesaba su cuerpo.

Después de aquella visita vinieron otras visitas, al principio mas espaciadas y después a diario y los temas de conversación no se terminaban nunca. Y después de algunos días, comenzaron los roces y después los tímidos besos que se fueron transformando en besos apasionados. Poco a poco, cada vez con más fuerza, surgió la necesidad de un contacto físico mas profundo y yo estaba a punto de pedirle que nos viésemos fuera del club, cuando ella me dijo que tenían una habitación con una cama que usaban a veces para quedarse a dormir y que quería que allí le hiciese el amor. Lo dijo como una explosión contenida. Con urgencia. Como algo que se ha pensado mucho tiempo y que ya no tiene espera una vez tomada la decisión.

Por primera vez, pude ver su cuerpo desnudo, blanco y frágil y lo recorrí con mis labios concentrándome en darle placer, sin prisas, parte por parte, por su cuello, por sus pechos, por su vientre, por su sexo. Y la penetré. Y dejé que ella se penetrara sobre mí. Y escuché sus gemidos de placer notando sus orgasmos. Y me vacié en su interior hasta quedar exhausto.

Después de aquella experiencia, tuve que ausentarme durante unos días y no pude volver a verla hasta mi regreso. Cuando volví, esperé con impaciencia el momento de reencontrarme con ella hasta la hora habitual de apertura del establecimiento. Ella ya sabía que ese día era el día que volvería y me estaba esperando. Al entrar, no la vi en la barra, donde solía estar habitualmente y la busqué por todos los rincones hasta que la vi, con gesto serio, en la semioscuridad.

Al acercarme, comprobé que unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas y no me dejó siquiera hablar. Me dijo textualmente: “Por favor, quiero que te marches y que no vuelvas a verme. Me estas haciendo mucho daño y tu te lo estás haciendo también, porque lo nuestro no va a ninguna parte”. Me acerqué, la abracé, le di un beso en la mejilla y me marché.
Desde entonces, no he vuelto a verla más.

Este relato ha sido escrito por: Perseo